sábado, 17 de diciembre de 2016

Noche de pool

Y en este contexto, a mis veintiún años perdí los ojos. Mis párpados fueron desde entonces nada más que dos trozos de piel rasgados. Algunos extraños por la calle creían que provenía de Asia e incluso ignoraban la ausencia de ellos y mi ceguera. Sólo reía.