Me inquieta el silencio de esta ciudad, el silencio de mi barrio desde mi ventana. Me rodea una calma peligrosa, esta ausencia tuya y de todos. Los sin rostro.
Quiero partir lejos, quiero huir, quiero oír la risa de alguien, la tuya incluso, sujeto sin nombre, sujeto invisible. No llegas, no te oyes, quizás no existes.
Escribo con la mano derecha –me robé este lápiz- y con la mano izquierda sostengo mi cigarro, casi se me cae. Que bruta, que abandonada y vacía, honestamente nadie se ha ido, nadie siquiera estuvo aquí, y aún así siento la ausencia de un cuerpo.
¿Por qué mi mano izquierda es tan torpe? ¿Me habrán enseñado a solo usar la mano derecha? ¿Me habrán obligado? ¿Lo aprendí a la fuerza? Quizás también aprendí a sentirme sola, a estar sola y a que me duela. ¿Por qué necesito la compañía de alguien? ¿Por qué no es grata la falta de un cuerpo rosando al mío? ¿Me enseñaron a tener alguien al lado y a lamentar su ausencia?
Necesito los ojos de alguien incrustados en los míos. Me agobia no sentir la tensión que solo produce el deseo…entre mis ojos, mi cuerpo y mi alma con la de algún sujeto o más. Deseo, esa necesidad de beber del otro hasta seguir con sed, nunca será suficiente.
¿Tiene esta infantil agonía algún fin?
¿Estarás tú en algún planeta o quizás en la luna?
¿Habrás muerto antes que yo?