Grano a grano, desnudo la brisa de fibra roja,
una pregunta rueda por los suelos áridos.
Me encuentro, perdida estos,
es la sombra del aire golpeando un frasco seco y silencioso.
Lágrimas frías caen por mi espalda,
la ropa se tiñe color gris, el cigarro se deshace entre mis dedos.
Tu boca recorre kilómetros vírgenes, manoseados.
Te pierdo, te tienes por completo,
me arrojaste piedras en los senos después de acurrucarte en ellos.
Para cuando vuelvas, vacío de mi fibra roja,
perdido, casi muerto, sin color en las mejillas,
no habrá calor en mis muslos,
ni descanso en mi pecho para tu cuerpo moribundo,
que vivo arrancó las caricias de mi boca en tu piel.
Para cuando vuelvas,
solo tendrás la tierra marchita que dejaste luego de beber aquel licor,
tibio por el sol,
por el último rayo del sol de nuestro verano.
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