lunes, 29 de septiembre de 2014

1:20

Con los ojos conocidos es difícil
si se muere una mirada un día 
pronto morirá la otra
la ausencia nos desgasta y nos destruye
y es porque nos alimentamos de la mirada ajena
nos bebemos las lágrimas que el otro no ha llorado
y nos enjuagamos las manos con las aún no derramadas
nos detenemos bajo la sombra de las pestañas
y pareciera que vivimos en su pupila.

Y pensar que un día cuando se topaban se esquivaban 
sentíamos temor, miedo a que se nos enredaran los pensamientos
y crecieran los sentimientos sembrados hace tanto y privados del riego necesario.

Y no por valientes nos permitimos este nuevo lenguaje
fue como si viajáramos a un país con otro idioma
y entre la multitud alborotada encontraras a un compatriota,
nos necesitábamos porque nadie más aquí entendía lo que pretendíamos decir.

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