Noche de pool
Y en este contexto, a mis veintiún años perdí los ojos. Mis párpados fueron desde entonces nada más que dos trozos de piel rasgados. Algunos extraños por la calle creían que provenía de Asia e incluso ignoraban la ausencia de ellos y mi ceguera. Sólo reía.
1 comentario:
me enamoré
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