Opacos eran los ojos del que volvió.
Yo subí escaleras descalza.
Contemplé el vació cuando cerró la puerta a oscuras.
Previo al golpe de la madera
-melodía de la despedida-
mis manos nublaban mis ojos,
como la niña pasada,
aguardaba por algo.
Como lo que no llega mata la esperanza,
mata el deseo,
me sentí reina en el vacío de la espera.
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