Señor
en la tiniebla las alas se golpean
en el infinito,
el silencio es un viajero.
Los ojos arden y sudan
porque no ven,
señor, fuiste tú.
No es ceguera
están frente a un cuadro vacío
claro como la nieve
oscuro como tus mugrientas manos.
Los ojos arden y sudan,
las manos caen al suelo sin cuerpo,
los cuerpos caen al mar sin sangre,
dejan de caminar y no queda huella.
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