lunes, 30 de septiembre de 2013

22:58

Las rocas negras
heladas y brillantes
húmedas 
suavizan el dolor de la caída
mis huesos tiemblan
partidos en miles.

Siento el sonido
la melodía extraña 
que producen
mis huesos son migajas
migajas que se golpean entre si.

El frío es eterno
hasta que un ave herida 
se detiene ante el velo tibio de la noche
una noche sin estrellas.

Me ahogo
mi cuello se hunde 
pero no va solo
mi cuerpo lo acompaña
la palidez de mi piel
aclarará las aguas del mar.

Desaparezco indefendible
huelo el silencio
me detengo
soy todo 
mientras soy algo más
sumergido
en la húmeda masa que tu tanto amabas.

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