Que las piedras verdes se golpeen contra el suelo
tócame, mi piel se enfría
las lineas blancas hacen un mantel
la mesa no está tan vacía
la ausencia es menos eterna.
Que tu nombre se quiebre en el aire
arranca de mi
antes que tu boca sangre las letras de mi silencio.
Cristales rotos se anidan en mi cuello
cuando caiga mi pecho
y se astillen mis huesos
no pensará mi alma en tu ayuda.
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