domingo, 21 de junio de 2015

Náusea

Se clavaron tus ojos en los míos,
cuando ya me iba,
cuando ya olvidaba,
cuando me enfriaba.

Se quedó tu boca en la mía,
te quedaste completo aquí dentro,
hecho un recuerdo borroso,
una invitación sin fecha,
un miedo,
náusea.

jueves, 11 de junio de 2015

BLABLABLA

Estamos escritos -me dijo- en tus ojos. Lo miré sorprendida, tomé la botella de cerveza y mirándolo directamente, bebí.  En mis ojos no hay poemas perdidos -le dije- en mis ojos no hay más que un reflejo borroso. No me vengas con huevadas cursis a mi. Me altera que no veas en mi mirada, en mis actos, en mi palabra y en el rojo de mi boca que no me convencen esas cosas que las señoritas aplauden. Asúmete loco y desgraciado, que con eso me basta. Por último cállate y sigámonos la cueca mutuamente, como jugando, con eso es suficiente.

martes, 9 de junio de 2015

AhógateAhógame

¿Qué querís? -como siempre pregutando huevadas, yo, cansada de todo y ahora más, tenía esa cara de huevón que siempre pone cuando se da cuenta que la cagó y no solo  en un "acto" o "escena", si no que en su vida, tenía la cagá hace rato, de antes de conocerme , y yo cacho que eso era lo que más me gustaba, porque de ese modo mi tragedia encontraba una continuación y no la solución que todos querían. Lo conocí pendeja, no se si tenía dieciocho o diecinueve, niñita problema, niñita perdida.

Silencio, puro silencio, se echó sobre la cama y se puso a mirar el techo -ese techo yo lo he mirado por horas, o quizá por minutos muy largos, esas veces que yo despertaba y el seguía durmiendo- lo miré un rato, me saqué el pantalón y me senté en la esquina de la pieza con la guitarra. Y ahí me quedé, tocando huevás de la Violeta mientras el me miraba. En otra época me hubiese gustado que se pusiera a cantar alguna canción de las que estaba tocando, que me pidiera que toque una de las que le gusta, o más aún, que me dijera "no huevís más amurrona, ven a acostarte", pero no se.

Tocaron la puerta, me levanté sintiendo que moría, se me había dormido el pie derecho, esperé un poco que se me pasara y seguí caminando, me solté el pelo y abrí.

-Llegó el Seba le grité, sin haber saludado a este huevón que estaba parado en la puerta con los ojos achinados, estiré la mano, fumé y le di un beso en la cara mientras el humo llegaba a mis pulmones. Pasa, está en la piesa.

Fuí a buscar un pack de chelas al refri y las llevé a la pieza, el Seba había tomado la guitarra y se había puesto a tocar mietras Gustavo fumaba apoyado en la pared aún en la cama, entré, me miraron y sonrieron como cabros chicos, le pasé una cerveza a cada uno y me acosté en la alfombra.

Silencio, puro silencio. Me quedé pegada mirando como tocaba guitarra el Seba, una vez cuando pendejos  nos comimos, me gustaba, pero mucha sonrisa, como esa gente que no se da cuenta cuando está la cagá en todos lados, como ahora, quizás exagero, nunca se sabe en esta casa.

Nos quedamos así un rato, me dió frío y me metí a la cama, el Gustavo me tapó y se quedó haciéndome cariño un rato mientras intentaba ignorarlo, el Seba en cambio estaba raja en el suelo.

-Dile que se vaya a acostar al sillón, se va a resfriar ahí este huevón.- Gustavo se rió un poco y me dió un beso en la frente.
-Despierta mierda, levántate, vamos. -le dijo- a acostarse.  Como nunca el Seba se despertó altiro y le hizo caso, se fueron al "living" y al rato llegó Gustavo, se sacó la ropa y se metió a la cama.

-Estay helado -le dije- no me toquís.
-Halaraca.
-¿Me vay a decir ahora que huevá querís?
-Deja de pelear.
-No estoy peleando, quiero entenderte.
-¿Entender qué?
-Ándate a la chucha, ahógate solo. Esa huea es la que querís.
-No me voy a ahogar.
-Te estay ahogando en un vaso de agua y no me dejay ahogarme. Egoísta de mierda.
-No me voy a ahogar- repitió-
-Cállate -le dije- Lo abracé y dejé que pusiera su mejilla en mi pecho, le hice cariño en el pelo y se durmió.

Miré el techo recordando versos de la Teresa, me imaginé poeta, sentada en algún local lleno de humo leyendo el poema más cerdo de todos con un pucho en la mano, y una piscola en una mesita alta, con mis pantis burdeo y la mirada del Gustavo ahi, como creyendo que todos mis poemas son para el.

No quiero salvarme ni salvarlo, se puede vivir eternamente así, a punto de. Jugué con su pelo, besé su frente de niño envejecido y me apagué.