viernes, 2 de agosto de 2013

1:19

Evoco tu imagen,
dormida intranquila,
mis párpados cerrados,
inmóviles mis labios,
un pobre recuerdo,
cuando la angustia se une al dolor de tu nombre,
cuando la noche se aleja de mis pestañas.

Extraño nombre entre tinieblas,
tus ojos grises como tu piel,
tus labios pálidos como tu rostro,
tus huesos extraviados como esta mirada,
que se aleja para esconder el lagrimeo,
porque la pena de tu suave cuello mata,
mata más que envuelve al cielo adormecido.

Las horas,
enemigas hoy en día,
caen ruidosas sobre mi nuca,
tiemblan mis ojos, mis manos, mis piernas,
los restos de mi alma se alejan,
permanezco encerrada en estas maderas de muerte.

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